Max Römer | 13 de enero de 2020
Los intentos de Nicolás Maduro por mantenerse en el poder dejan a Venezuela con tres presidentes, dos Asambleas Nacionales, una Asamblea Nacional Constituyente y decenas de diputados en el exilio.
Desde hace un año, Venezuela tiene dos presidentes. Uno electo bajo criterios de turbiedad comicial y, otro, elegido por los diputados de la Asamblea Nacional de acuerdo con los mandatos constitucionales.
Bueno, hasta ahí estaba la cosa más o menos clara en materia de poder presidencial venezolano, una claridad como agua de río tras fuerte lluvia. Pero este 5 de enero, fecha en la que se debía elegir al presidente de la Asamblea Nacional, que se esperaba que fuera Juan Guaidó, el presidente encargado, el de la cantinela «cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres», el que tiene el respaldo de más de cincuenta países del globo, surgió lo… previsto. Que emergiera una marramuncia por parte del chavismo y, como quien dice quítate tú, de pronto, tres presidentes en el panorama político venezolano.
En #Venezuela y en el mundo no hay quien legitime el circo de unos pocos que hoy se hacen cómplices de la dictadura.
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La verdadera legitimidad de los #100Diputados de la @asamblave nos la dan los venezolanos que hoy nos reconocen y que representamos orgullo.
–#ANLegítimaConVzla pic.twitter.com/zdsZLeeOI6— Gregorio Graterol (@GoyoGraterol) January 7, 2020
¿Cómo es eso? ¿Lo barajan más despacio, por favor? Sí. Las cosas son así. El chavismo, con su poder opresor militar y policial, impidió que los diputados de la oposición entraran al hemiciclo del Palacio Federal Legislativo, y pasó lo que ocurre hoy día, ¡zasca!, Juan Guaidó, atléticamente, trata de saltar, en medio de empujones y jalones de chaqueta, la verja que separa la calle del recinto oficial, eso sí, con foto y todo para que los medios de comunicación viesen la hazaña del joven diputado. Un logro deportivo que cubrió las portadas de la prensa internacional.
Mientras tanto, el diputado Luis Parra se toma la foto dentro del Congreso para hacer creer que es él quien ostenta el poder legítimo de la cámara para presidir los destinos de Venezuela. ¿Cómo? ¿Pero no decía Nicolás Maduro que era ilegítima esa forma de hacerse con el poder?
Bueno, eso es parte del realismo mágico del socialismo del siglo XXI. De pronto, como en un cuento hadas en el que con frotar la lámpara mágica se conceden deseos, Venezuela tuvo, o tiene, tres presidentes, dos Asambleas Nacionales, una Asamblea Nacional Constituyente, un montón de diputados en el exilio con voz y voto telemático, obra y gracia de la gestión de un cambio oportuno de la normativa de debate dentro de la Asamblea Nacional.
Maduro busca afanosamente mantenerse en el poder. Guaidó, sacarlo por vías constitucionales y con el poder de la Asamblea Nacional elegida en 2015. Parra, expulsado de las filas opositoras por corrupto, funge de títere de Cuba para darle un espaldarazo al usurpador del poder Maduro.
El reloj sigue su andadura. Es importante retomar el rumbo de las acciones políticas en este 2020, puesto que el 6 de diciembre de este mismo año serán las elecciones para escoger a los diputados de la Asamblea Nacional. Guaidó debe mantenerse en el poder de la presidencia, continuar con su mantra de cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres para tratar de llevar de nuevo a Venezuela a un panorama institucional, a lo que dicen las leyes y el derecho internacional.
¿Quién es Luis Parra? ¿Por qué si es de un partido de la oposición juega sucio?
La Asamblea Nacional venezolana tiene, a pesar de ser la única institución política controlada por la oposición, varios grupos de diputados con puntos de vista divergentes. Está el grupo de Henri Ramos Allup (G4), en el que está Guaidó; el grupo encabezado por Luis Loaiza (Concertación por Venezuela), que también respalda a Guaidó; el grupo de Biagio Pilieri (Fracción 16J), que no respalda a Guaidó; y el que lidera Timoteo Zambrano (Convergencia por el cambio), que tampoco respalda a Guaidó.
Juan Guaidó tiene casi 100 votos a favor para seguir siendo el presidente de la Asamblea Nacional, de los 167 escaños que tiene el Parlamento venezolano. El caso es que Guaidó, como se pudo ver en las pantallas de televisión y en las portadas de los medios, no pudo sesionar con la tranquilidad correspondiente dentro del Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional, y tuvo que movilizar a sus diputados hasta el diario El Nacional. Allí, como lo indica el reglamento de sesiones, hicieron la elección para la junta directiva de la asamblea, dentro de la que resultó ganador Juan Guaidó para un segundo y último periodo, antes de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Luis Parra es un diputado expulsado de las filas de Primero Justicia -uno de los partidos de la oposición- que está siendo investigado por corrupción. Ha sido en este juego el sujeto útil para las artimañas del poder de Maduro y, dentro de lo que se esperaba por sus vehementes formas desde que está siendo investigado por la justicia, se juramentó sin los votos necesarios, haciendo creer que lo que se estaba gestando era una ausencia de los diputados y que el cuórum necesario se había cumplido al no presentarse el hemiciclo completo.
Las cosas de la simultaneidad de los escenarios hacen que todo sea complejo de entender y que el galimatías del poder político venezolano sea una de las incógnitas contemporáneas.
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El Gobierno de España no puede cerrar las puertas a Leopoldo López, un demócrata condenado por razones políticas.